Semana de la Shoá: Kristallnacht

La Shoá marca un punto de inflexión en la historia. Su abordaje impone el reconocimiento de las condiciones estructurales que permitieron las prácticas de aniquilación impuestas por la maquinaria nazi; este año, se cumplen 80 años de uno de los eventos que marcaron la historia.

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En el marco de la Semana de la Recordación de la Shoá, y al cumplirse el 80° aniversario de La noche de los Cristales Rotos -una serie de linchamientos y ataques combinados en la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938, contra ciudadanos judíos, ejecutado por las SA, una organización tipo milicia del partido nacionalsocialista alemán junto con la población civil, mientras las autoridades alemanas observaban sin intervenir-, el Programa Educación, Memoria y Derechos Humanos, junto con el equipo del portal @prender, produjeron el siguiente material para aportar a la reflexión.

La memoria urgente
Ante los diversos procesos de deshumanización llevados a cabo por los perpetradores, se nos lega la obligatoriedad de repensar los límites de nuestra propia existencia y de la condición humana. En este sentido la educación aparece como única opción para construir –constantemente– nociones sobre lo propio al género humano, sentidos de “lo común”. De esta manera, la enseñanza de la Shoá no solo compromete a los sujetos con la construcción de una memoria colectiva sino que impide la persistencia de la barbarie y las condiciones esenciales que la habilitan. (Adorno; 1966).
Como primera premisa hemos de entender que una educación que rescate la memoria colectiva, implica a su vez el reconocimiento de la individualidad frente al terror. El reconocimiento de los rostros, las historias, las miradas, de quienes sobrevivieron o perecieron. Subyace ahí nuestro compromiso con la verdad, el de dar cuenta de los restos de identidad, frente a los discursos y generalizaciones deshumanizantes y homogeneizantes, sobre los que se imbricaron, y continua aún hoy asentándose las políticas genocidas.