Perseguido por la escuela…

Perseguido por la escuela…

Mal de escuela, de Daniel Pennac, aborda la cuestión de la escuela y de la educación desde la experiencia del “mal alumno”. Compartimos una reseña literaria de la obra, escrita por la Prof. Carina Rattero, que reflexiona en torno a la pedagogía y la tarea docente, las disfunciones de la institución escolar, y el sentimiento de exclusión del alumno.

Reseña al libro de Daniel Pennac, Mal de escuela (2008). Mondadori, Barcelona.
Por Carina Rattero*.

“Siempre he alentado a mis amigos y a mis alumnos más despiertos a convertirse en profesores… ¿Quién me salvó a mí de la escuela, sino tres o cuatro profesores?” (Daniel Pennac)

Escribir de manera irreverente fastidia al interior de cualquier género, pero se vuelve intempestivo cuando sacude los registros acostumbrados a la captura o el silenciamiento de todo aquello que excede, o sobrevive a los discursos tipificados. Es esta inquietud lo que produce el encuentro en la lectura, con este libro de Daniel Pennac.

Es que Mal de escuela se resiste a dejarse objetivar – ni ensayo, ni biografía- la literatura asoma irreductible a la pedagogía, desovillando una historia tan añeja como la escuela. Como si un afecto irrepresentable lo empujara desde las mañanas de su infancia, el autor nos enfrenta al dolor de no comprender, a la soledad de no entender nada de nada.

¿Qué es un “cancre”? La palabra sin traducción al castellano, remite tanto a «cangrejo» como a «cáncer». “Un mal estudiante que, como un cangrejo, se desplaza de una manera lenta y rara. Y el fracaso escolar, igual que el cáncer, es una huella que nunca se acaba de borrar”.

Es Daniel Pennac ensayista y escritor, ex profesor de lengua y literatura del Instituto de París, – conocido como Pennacchioni, el escolar – quien así lo explica. Es que él mismo fue un “cancre”, un torpe, un zoquete.
Ahora bien, la pregunta por el saber es aquella que ante todas las cosas dice: “¿Qué es eso?” “¿Qué es este texto?” (Podría entonces demorarme en reseñar ¿Qué el fracaso? ¿Quién es Pennacchioni?) Pero el valor prolonga la pregunta: “¿Qué es eso para mí?” Ese para mí, reivindica a favor de una determinada subjetividad, la necesidad de proteger la intrusión del valor en el discurso del saber. Ese para mí nos lleva por desplazamiento a la pregunta: “¿Qué es este texto para mí, que lo estoy leyendo? (Respuesta: es el texto que me hubiese gustado escribir…)” Barthes (1972).

La pregunta que da lugar a Mal de escuela es, al menos para mí, esa precisamente: ¿Qué es eso para mí?
Un libro que no demora en conceptualizaciones. No define el fracaso escolar, ni abunda en palabras hueras con pretensión pedagógica. Simplemente cuenta, y al contar nos habla: “Cada anochecer de mi infancia regresaba a casa perseguido por la escuela…”

Pennac nos cuenta sus pesares con la escuela: la vergüenza por no poder responder a la pregunta de los profesores, por ser tratado como imbécil. El miedo y sus cerrojos. Esa historia de nulidad y zoquetería que impide, sin siquiera intentarlo… Así, nos habla de la escuela como un club cerrado cuya entrada se prohíbe, de esa sensación de ser absolutamente ajeno al universo escolar, del odio y la necesidad de afecto…y de la oscura alegría de haberse vuelto incomprensible para aquellos que le reprochan no comprender…

Una operación de escritura con palabras sensibles, sutiles, que en tanto excede el saber, pone en jaque la arrogancia (imbécil, aquí sí) de quienes creemos saber. Es decir, nuestra pretensión de saber, proyectada sobre el otro y sus posibilidades.

Un zoquete sin fundamentos
El escritor explora las causas de su zoquetería. Recorre con astucia de profesor los pre-juicios al uso en estos casos: la familia y el contexto. Pero no encuentra allí motivo aparente. Es que Pennacchioni era hijo de una familia amorosa, sin conflictos, rodeado de adultos responsables que ayudaban en los deberes. Padre profesor, mamá para atenderlos, hermanos brillantes. Ritmo familiar regular, alimentación sana. Entorno cultural acorde, biblioteca en casa.Y, sin embargo, un zoquete! Un zoquete sin fundamento histórico, sin razón sociológica, ni tan siquiera desamor.

El texto se las ingenia y nos hace trampas, resiste así a la voluntad de reducir el fracaso escolar a algo que ya sabemos de qué se trata. Evoca otras imágenes, asomando a la emoción. Escepticismo y orgullo, en el temor de su madre casi centenaria y preocupada todavía, por su por venir; y en el recuerdo de su padre, quien en cada carta, junto a su nombre y apellido le escribía “profesor”. Unas páginas más, y como en un simple parpadeo, nos cuenta:

“Los profesores que me salvaron- y que hicieron de mi un profesor- no estaban formados para hacerlo. No se preocuparon de los orígenes de mi incapacidad escolar. No perdieron el tiempo buscando sus causas ni tampoco sermoneándome. Eran adultos enfrentados a adolescentes en peligro. Se dijeron que era urgente. Se zambulleron. No lograron atraparme. Se zambulleron de nuevo, día tras día, más y más…Y acabaron sacándome de allí. Y a muchos otros conmigo. Literalmente, nos repescaron. Les debemos la vida.” Pennac (2008): 36

De amor y literatura
A Pennacchioni lo salvo la literatura. La literatura y el amor. O quizá tan solo la amorosidad de esas miradas sustraídas de su zoquetería. A los catorce años “lo descubrió” un profesor, supo que era un fabulador, un inventivo forjador de excusas frente a cada tarea no aprendida… Y se animó a su diferencia. Decidió exonerarlo de la gramática y encargarle que escribiera una novela. Eso sí, sin faltas de ortografía.

“No creo haber hecho progresos sustanciales en nada aquel año pero por primera vez en toda mi escolaridad un profesor me concedía un estatuto; existía escolarmente para alguien, como un individuo que tenía una línea que seguir y que la podía aguantar duraderamente. Enorme agradecimiento hacia mi benefactor, claro está, y aunque fuese bastante distante, el viejo caballero se convirtió en el confidente de mis lecturas secretas.” Pennac (2008): 82/ 3

Otro elemento de la metamorfosis fue la irrupción del amor: -“¡Una mujer me amaba! Por primera vez en mi vida mi nombre resonaba en mis propios oídos. ¡Yo existía para una mujer!” Pennac (2008): 86. Entre la pasión por las letras y el furor en la cama la revolución Pennacchioni aconteció así, en el azar de esos encuentros que le ofrecieron una existencia despojada de estigmatizaciones. Es que para el autor de “Como una novela”, el verbo leer, como el verbo amar, no resisten el imperativo. “La gente dice que el amor te vuelve idiota. ¡No se habrán enamorado nunca! El amor te hace más inteligente: el pulso se acelera, la adrenalina sube y tú, para seducir a la chica que te gusta, de la que estás locamente enamorado, inventas lo que haga falta”.

¿Qué es ese texto para mí?
Un texto que nos pone en dificultades para hablar desde el saber, haciendo aparecer el saber allí donde no se lo espera. Desplazado, diseminado, en un nuevo lugar. Entre el tejido de las palabras, en su brillo o en sus silencios…en la pregunta que asoma, vacilante, en medio de la indiferencia o la repulsión…. La literatura se afirma en ese devenir lector del crítico. Abriendo un intervalo en el discurso del saber, un contorno se desdibuja en el juego de un vocablo, una imagen conmueve… Y, tras un sentido inaudito, toda voluntad explicativa se suspende.

Es que cualquier preocupación por identificar lo que se lee con un valor anterior o exterior, se vuelve inmanejable. En el momento menos esperado, en el recodo de una pequeña historia insignificante; Mal de escuela avisa la urgencia de vincularnos con lo que espera respuesta. La necesidad de inventar un tiempo para el aprendizaje, un encuentro vital en el que estemos despiertos:

“De esa desventura tantas veces repetida, conservo la convicción de que era preciso hablar con los alumnos en el único lenguaje de la materia que yo les enseñaba. ¿Miedo a la gramática? Hagamos gramática. ¿Falta de apetito por la literatura? ¡Leamos! Pues, por muy extraño que pueda parecernos, alumnos nuestros, estáis amasados con las materias que os enseñamos. Sois la propia materia de todas nuestras materias. ¿Infelices en la escuela? Tal vez. ¿Sacudidos por la vida? Algunos, sí. Pero, a mi modo de ver, hechos de palabras, todos vosotros, tejidos con gramática, llenos de discursos, (…) llenos de literatura en suma, cada uno de nosotros…” Pennac (2008): 106

Ejercitado en la persistencia, Pennac-profesor insiste en el encuentro con lo desconocido; entrenado en los rigores que demanda el aprendizaje no le teme a lo difícil. Si educar es desencadenar un movimiento desafiando el presente, él lo hace con los “abonados al cero”. Es que siempre ha pensado que la escuela la hacen, en primer lugar, los profesores. Por eso insiste. Pero ¿a dónde llegan los que llegan? Porque en resumen se llega. Pennac lo sabe, como sabe también que la cosa no cambia tanto. Por eso su ironía, por eso sus dudas… Tal vez porque en última instancia, eso le interesa menos que el mientras tanto. Es precisamente allí, en el vértigo que conlleva aprender, en la perseverancia y el trabajo, entre la inminencia de la fatalidad y su aplazamiento… donde se ensaya como escritor. Es en allí también, en ese todavía no …donde inventa como maestro.

Mal de escuela nos habla así de la coalición entre saber e ignorancia, esa historia que da sentido a nuestra tarea y para la que quizás, no estemos nunca lo suficiente preparados. Nos habla de la lectura, la obligación y la pasión. Del pensamiento mágico y el maleficio. Y de esos maravillosos imprevistos, que dan existencia al por-venir.
El saber brota allí, en la irrupción del valor, en la respiración del esfuerzo y el latido del corazón, invitando a experimentar en el acontecimiento de la lectura, lo que a cada quien trae para sí.

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*Reseña al libro de Daniel Pennac, publicado en Revista La Tía ( 2009) Sección Zona de Obras /LEÍDAS / ¿QUÉ ES ESO PARA MÍ? ES ”MAL DE ESCUELA”, por la Prof. en Ciencias de la Educación, Mg. en Educación UNER: Carina Rattero.

Citas Bibliográficas
1-    En “Pennac recrea sus días de zoquete en Mal de escuela”. Nota de David Moran. ABC.es. Barcelona, 24, 09,08.-consulta on line. marzo 2009.
2-    El torpe Pennac. Entrevista. Diario el País 6/9/08
3-    Según la fórmula de inspiración deleuzzeana acuñada por Gonzalez, H (1996). En Arlt política y locura. Colihue. Bs As.
4-    Ese todavía no, dice Blanchot, sería la literatura misma.

Publicado el:

viernes 12 de julio de 2013

Fuente:

  • Revista La Tía (2009)

Autor:

  • Carina Rattero

Nivel:

  • Secundario